Ah, las selfies. ¿Hay algo más simbólico de nuestra era narcisista y obsesionada con la imagen que las fotos que tomamos de nosotros mismos? Desde las primeras redes sociales hasta Instagram y Snapchat, la moda de las selfies ha penetrado en nuestra cultura.

Si usted cree que las selfies son una aflicción/invención puramente moderna, se equivoca. Desde las primeras miradas de nuestras reflexiones en piletas de agua estancada hasta lisas y pulidas superficies de obsidiana, cobre o bronce, hemos estado fascinados (y probablemente no satisfechos) con nuestra apariencia física por miles de años. No estábamos lejos de los retratos de nosotros mismos en esculturas y vasijas pintadas.

En Europa, los espejos de vidrio allá por el siglo XV hicieron que los autoretratos sean más fáciles de realizar. Artistas famosos, como Dürer, Reubens y Rembrandt, crearon autoretratos. Vincent Van Gogh se pintó a sí mismo más de 43 veces en 3 años. Los artistas modernos, como Picasso y Warhol, continuaron la tradición.

Dada toda esta obsesión con nuestra propia imagen, no es sorpresa que la invención de la fotografía trajo aparejadas selfies fotográficas. Es probable que la primera selfie la haya tomado en 1839 un estadounidense llamado Robert Cornelius luego de un tiempo de exposición de aproximadamente 5 minutos, aunque se debate al respecto. Una vez disponibles las cámaras al consumidor, no se sabe. Con la ayuda de los temporizadores y los trípodes, de la fotografía Polaroid y las cabinas fotográficas, hemos estado tomando fotos de nosotros mismos de forma temeraria.

Y luego llegó el Smartphone, la Tablet y el advenimiento de las redes sociales. Más íntimas y reveladoras, estas selfies mostraron los ángulos bizarros y los brazos abiertos con los que dolorosamente estamos familiarizados. Para no rompernos uno o dos ligamentos, ahora tenemos los palos para selfies, los controles remotos para disparos e incluso las cámaras que se sostienen en el aire y los drones para facilitar el trabajo.

No es completamente justo comparar a las selfies modernas con los autoretratos clásicos. La actividad es casi la misma, pero el objetivo es bastante diferente. Las selfies modernas que aparecen en las redes sociales son mucho más informales e involucran una obsesión con lo material. Es una forma de arte mucho menos introspectiva que la que los Maestros esperaban alcanzar con colores al óleo o al agua.

Las selfies se toman para ser compartidas, por supuesto. Nos puede llevar varios intentos lograr la foto correcta, que habitualmente se compartirá de inmediato. Las selfies modernas son una forma de autoexpresión y comunicación visual y verdaderamente reflejan nuestros cambios culturales hacia el individualismo descontrolado. Mírenme más a mí y a mi emocionante/grandiosa/lamentable/caótica vida.

¿Se terminará en algún momento? Es incierto.